Ahora sabemos que la vaginosis bacteriana es una ITS y que la pareja puede ayudar en la curación

Durante décadas, la vaginosis bacteriana (VB) ha sido tratada como una infección frustrante pero rutinaria que afecta a casi un tercio de las mujeres en todo el mundo y a menudo reaparece una y otra vez en más de la mitad de las pacientes. Pero, ¿y si la razón de estas incesantes recaídas no fuera sólo una peculiaridad del microbioma vaginal?

Un estudio pionero sugiere que la VB no es sólo un desequilibrio, sino que se transmite sexualmente (es decir, que se trata de una Infección de Transmisión Sexual o ITS). Y la clave para detenerla podría no estar en tratar sólo a las mujeres, sino también a sus parejas masculinas.

«Un factor de riesgo dominante… en nuestros estudios clínicos fue la pareja habitual», dice Catriona Bradshaw, autora del estudio y médica del Centro de Salud Sexual de Melbourne, en la Universidad de Monash (Australia). «Llegamos a un punto en el que pensamos que teníamos que hacer un ensayo de tratamiento con la pareja», añade.

(Relacionado: Las ITS han alcanzado un nivel alarmante: ¿qué podemos hacer?)

¿La vaginosis bacteriana se transmite sexualmente?

La vaginosis bacteriana se produce cuando la tormenta perfecta de bacterias se combina en la vagina. A diferencia de las infecciones de transmisión sexual (ITS) típicas, no hay un único patógeno responsable. Pero hace tiempo que se sospecha que estas bacterias pueden transmitirse sexualmente.

«Llevamos muchos años teniendo pruebas de que la vaginosis bacteriana podría ser una infección de transmisión sexual, basándonos en datos que incluyen un mayor riesgo de vaginosis bacteriana con el aumento del número de parejas sexuales, un mayor riesgo con las relaciones sexuales sin preservativo y otras pruebas», afirma David Fredricks, médico clínico y microbiólogo de la Universidad de Washington (Estados Unidos). «Aunque esta hipótesis existe desde hace muchas décadas, algunos estudios limitados sobre el tratamiento de la pareja masculina para erradicar las bacterias asociadas a la VB no han tenido éxito», recuerda.

De hecho, la VB se ha tratado durante mucho tiempo como una ITS en parejas femeninas del mismo sexo. «Hay estudios desde los años 80, y las parejas monógamas de lesbianas tenían una concordancia asombrosamente alta para la VB. Hablamos de un 80 por ciento», dice Bradshaw.

Un estudio en el que trabajó descubrió que las parejas de lesbianas tenían una tasa de VB casi un 20 por ciento superior a la de la población general de Australia. Y, cuando las parejas monógamas del mismo sexo entraron en el estudio sin VB, también terminaron así, dice. «Está claro que se transmite entre mujeres. Entonces, ¿por qué no se iba a transmitir entre hombres y mujeres?», pregunta.

Un nuevo enfoque del tratamiento

Para poner a prueba esa idea, Bradshaw y la epidemióloga Lenka Vodstrcil estudiaron parejas monógamas de distinto sexo en las que la mujer padecía VB. A diferencia de estudios anteriores, que no habían logrado demostrar un beneficio claro, su investigación introdujo una diferencia clave: además de tomar antibióticos orales, los hombres se aplicaron un antibiótico tópico, la clindamicina, directamente en el pene.

Tras siete días de tratamiento y pruebas periódicas durante 12 semanas, la diferencia entre las parejas de los grupos de tratamiento y control fue sorprendente. El número de mujeres que experimentaron recurrencia de la VB cuando sus parejas recibieron tratamiento fue casi la mitad que el de las mujeres cuyas parejas no lo recibieron, lo que constituye una prueba fehaciente de que la VB podría transmitirse sexualmente.

La diferencia fue tan significativa que un comité de control de datos y seguridad aconsejó a los investigadores que interrumpieran el ensayo antes de tiempo. “Creo que en ese momento fue muy emocionante”, dice Vodstrcil. “Significaba que realmente estábamos mostrando un fuerte efecto del tratamiento de la pareja masculina”. El estudio también demostró que las parejas con un miembro no circuncidado presentaban mayores tasas de recurrencia y que cuantos más miembros de la pareja seguían el régimen de tratamiento, mejores eran los resultados.

(Relacionado: ¿Por qué aumentaron los casos de ETS durante la pandemia?)

¿Puede esto evitar que reaparezca la VB?

Habrá que seguir investigando cuál es el mejor tratamiento para los hombres en estos casos, pero saber que el tratamiento puede ayudar a sus parejas femeninas es un gran paso. “Este estudio confirma lo que muchos de nosotros sospechábamos”, afirma Fredricks.

Por ahora, el tratamiento estándar de la VB suele ser a corto plazo y siempre se centra en tratar la vagina. Pero incluso después de una ronda de antibióticos, más de la mitad de las mujeres experimentan una recurrencia de la infección en un plazo de tres meses. En esos casos, los médicos suelen utilizar un periodo prolongado de geles antibióticos en terapia supresiva.

El proceso puede durar más de seis meses, dependiendo de la paciente, dice Traci Kurtzer, profesora adjunta clínica de obstetricia y ginecología en Northwestern Medicine. “[La VB] es [una infección] muy recurrente para ellas, y resulta frustrante. Y, por supuesto, resulta frustrante para el profesional médico que las atiende, que se siente… impotente”, añade.

Aunque es cierto que todavía hay muchas incógnitas sobre la VB, este estudio podría cambiar rápidamente el tratamiento de las parejas monógamas de distinto sexo. “En mi institución, en la Universidad de Washington, por ejemplo, ya están hablando de cambiar la política”, dice Fredericks.

Pero para que esto funcione, hará falta la aceptación de la pareja masculina y el compromiso de ambas partes con el tratamiento. Aun así, los investigadores son optimistas. “En los hombres no hay síntomas, así que es más difícil que se sientan parte del problema. Pero hacemos hincapié en que ahora pueden ser parte de la solución”, dice Vodstrcil.


Source: Interés

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *