Gracias a la afinidad entre los gobiernos de Uruguay y Venezuela de los últimos años, la exportación de arroz desde el país austral no ha cesado a pesar de las dificultades que representan las sanciones financieras contra el régimen de Caracas, su propia debacle económica y la desaparición de un intermediario clave vinculado al movimiento Tupamaros. Un ‘trader’ en particular porfía en este negocio en el que el precio del cereal puede duplicar su precio y superar los marcadores del mercado internacional antes de llegar a puertos venezolanos.
GUILLERMO DRAPER/ RAÚL SANTOPIETRO / armando.info
4 de noviembre de 2017. Al puerto venezolano de La Guaira llegaba mercadería desde Uruguay. Eran más de 660 toneladas de arroz blanco proveniente de la empresa Damboriarena & Ecosteguy, una reconocida arrocera del norte uruguayo.
Por aquellos días, ese arroz podía considerarse maná del cielo. Se sentían todavía los embates de meses de protestas contra el régimen de Nicolás Maduro que se organizaron en toda Venezuela y la situación parecía insostenible. Las medicinas comenzaban a escasear. Los alimentos, que tenían meses siendo estrictamente racionados por abastos y mercados, desaparecían prácticamente del todo en los anaqueles. La violencia -política o no- seguía en las calles y el chavismo en agosto había instalado una Asamblea Nacional Constituyente completamente oficialista, que significó un quiebre definitivo de los procesos democráticos.
La falta de dinero para los pagos y lo complejo de las logísticas hacían inviable para muchas empresas extranjeras continuar sus negocios, por lo que comenzaron a cerrar sus operaciones en la otrora potencia petrolera. Sin embargo, en la hecatombe hubo quien pudo salvarse e incluso mantenerse, entre ellos Damboriarena & Ecosteguy, que hasta hoy continúa siendo uno de los principales proveedores del arroz que se comercializa en Venezuela.
Damboriarena & Ecosteguy opera en el departamento de Rivera, en el norte de Uruguay. Lleva dedicada al negocio del arroz varias generaciones y es reconocida en el mercado local. Mejor conocida como Dambo, la arrocera produce desde 1966, cuando el abuelo materno de la familia heredó las tierras y su cercanía con la frontera con Brasil facilitó la exportación de su mercadería.
Unas características concretas que, alentadas por la afinidad ideológica de los gobiernos de Uruguay y Venezuela, y apoyada en la intermediación de algunos actores claves, logró ingresar al mercado del país caribeño con una particularidad respecto de sus competidoras: es la única arrocera uruguaya que en los últimos años continuó vendiendo su producto a Venezuela, según surge de los registros públicos.
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