Estos guerreros son conocidos por su crueldad y los abusos pero su despliegue en territorio ucraniano podría ser una jugada demasiado arriesgada para el ruso
Los chechenos se han ganado la reputación de fieros guerreros desde las dos guerras que libraron con Rusia, la primera de 1994 a 1996 y la segunda de 1999 a 2014. Se trata del conflicto más violento en Europa y la antigua URSS desde la Segunda Guerra Mundial.
Por Infobae
Estos guerreros están actualmente presentes en Ucrania en ambos lados del frente. Los chechenos que han huido a Ucrania desde las guerras que asolaron su país apoyan a las fuerzas armadas ucranianas. Su participación ha pasado casi desapercibida. Sin embargo, el anuncio a bombo y platillo, el 25 de febrero de 2022, de que las tropas de Ramzan Kadyrov serían enviadas a Ucrania para luchar junto al ejército ruso causó un gran revuelo en los medios de comunicación occidentales.
Ramzan Kadyrov, presidente de la República de Chechenia desde 2007, también afirma estar presente en Ucrania. Fiel seguidor de Vladimir Putin, ha devuelto a Chechenia al redil de la Federación Rusa utilizando el terror como arma de gobierno. Dirige decenas de miles de hombres, apodados los Kadyrovtsy. Ninguna otra entidad federada de la Federación Rusa tiene una fuerza armada de este tipo. Aunque los Kadyrovtsy son miembros de la Guardia Nacional rusa, siguen estando bajo el mando exclusivo del Presidente y General de División Kadyrov. ¿Cómo debe interpretarse su participación en la invasión rusa de Ucrania?
Como profesor de ciencias políticas en la Universidad Laval, mis investigaciones se centran en las guerras civiles, especialmente las de Chechenia, el conflicto del Sahel y la violencia política.
Un arma psicológica
Muchos analistas creen que la estrategia militar de Rusia no dio los resultados esperados en las dos primeras semanas de la guerra. La resistencia ucraniana, unida a las dificultades de abastecimiento, pero también a la mala coordinación de los diferentes cuerpos del ejército y a los problemas de motivación entre los soldados reclutas y profesionales, frenó considerablemente el avance de las tropas rusas. Ante estas dificultades militares y logísticas, la guerra psicológica se convirtió en un elemento central de la estrategia rusa.
El anuncio de la entrada en guerra de las tropas de Kadyrov y la propaganda que lo rodeó formaron parte de este esfuerzo por desestabilizar al enemigo. Así, los Kadyrovtsy son sobre todo especialistas en mantener el orden en las ciudades conquistadas. Son conocidos por su crueldad y los abusos de los que han sido culpables en la propia Chechenia, en el Donbass en 2014, donde intervinieron, y en Siria, donde algunas de sus tropas siguen desplegadas. La invocación del uso de tropas chechenas sirve así para alimentar el miedo entre la población ucraniana. Del mismo modo, el rumor de que sus fuerzas especiales están encargadas de matar al presidente ucraniano Volodymyr Zelensky pretende mantener la incertidumbre y crear miedo.
Sin embargo, su papel puede ir más allá, ya que Moscú envió uno de estos batallones al Donbass en 2014 para doblegar a los separatistas prorrusos y purgarlos de sus elementos más conflictivos. La presencia de las tropas chechenas demuestra así que Moscú se está preparando para una guerra de guerrillas urbana en Ucrania en la que la experiencia de las tropas de Kadyrov podría ser una ventaja, no sólo para vencer la resistencia local ucraniana, sino también para disciplinar a las tropas rusas y a sus afiliados.
Un rebelde que ha caído en desgracia
Otras dimensiones más políticas alimentan directa e indirectamente la propaganda rusa y la guerra psicológica a la que sirve.
Las apariciones de Ranzam Kadyrov en la televisión chechena y en las redes sociales sirven para recordar hasta la saciedad su lealtad a Vladimir Putin. Si estos gestos rozan a veces la caricatura, ilustran el apoyo de un sujeto federado que antes era rebelde y que ahora ha caído en desgracia tras dos guerras de una violencia sin precedentes y la instauración de un régimen autoritario a sueldo de Moscú.
Ciertamente, la excesiva personalización de la política y la toma de decisiones en la Federación hace que cualquier voz disidente sea de facto inaudible, si es que existe. El hecho de que Kadyrov encarne esta imagen de cohesión es, sin embargo, una paradoja, ya que la relación entre Moscú y Chechenia sigue marcada por una forma de excepcionalismo dentro de la Federación.
Grietas que podrían ampliarse
Por otro lado, el apoyo de Kadyrov nos recuerda que el compromiso de los sujetos federados detrás de Vladimir Putin va más allá de las fronteras étnicas y religiosas, que se borrarían ante el objetivo declarado de oponerse a un Occidente odiado, mientras se combate a las autoridades ucranianas calificadas de “nazis”.
Sin embargo, detrás de esta fachada de circunstancias ya hay grietas que serán más difíciles de ocultar si la guerra se prolonga. De hecho, el Kremlin parece haber pedido a los líderes de los sujetos federados que defiendan el discurso oficial que hace de esta guerra una “operación militar especial” dirigida únicamente a objetivos militares. Este papel de cortina de humo podría resultar complejo para la mayoría de ellos cuando empiecen a surgir preguntas entre la población sobre las importantes pérdidas que parece estar sufriendo el ejército ruso.
Sin embargo, referirse al ejército ruso sin más detalles tiende a oscurecer su carácter multiétnico. Algunos expertos estiman incluso que los rusos no étnicos (es decir, ciudadanos rusos, pero de origen no ruso) son mayoría. Procedentes de entidades federadas menos favorecidas socioeconómicamente, podrían representar una proporción importante de las muertes. Este escenario no podría ser contrarrestado por los llamamientos de Kadyrov a una intervención acelerada en Ucrania. Incluso serían contraproducentes para Vladimir Putin.
El papel de los Kadyrovtsy en el conflicto de Ucrania está lejos de ser unidimensional. Más allá del terror que inspiran, encarnan la imagen de un compromiso total de los sujetos federados detrás del Presidente de la Federación, Vladimir Putin. Sin embargo, este panorama idílico podría resquebrajarse bajo los efectos de una guerra más larga y dura de lo previsto. El uso de estas tropas es, por tanto, una apuesta arriesgada. Su escasa integración en la cadena de mando podría disminuir los beneficios asociados a su participación junto a las unidades regulares del ejército ruso. De este modo, Kadyrov podría convertirse en un lastre político, ya que su triunfalismo parece no ajustarse a la realidad de esta guerra.