La Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) ha querido sacar músculo este 5 de agosto en el Malecón de La Habana (aniversario del Maleconazo del 94) y ha terminado haciendo un ridículo sonoro.
Su esperpento de manifestación se quedó en un quiero y no puedo de cuatro gatos, que ha enviado al mundo un mensaje contundente sobre hasta dónde puede llegar la temeridad de un régimen acorralado, que en plena ola de la pandemia del coronavirus, monta un show mediático para hacernos creer que aún puede darse un baño de masas.
Esta gente viene perdiendo fuelle desde la Tangana ‘espontánea’ del Parque Trillo, pero sigue aferrada a consignas que apestan a desgana. No es que los comunistas hayan desaparecido en Cuba, es que ya ni los comunistas les siguen.
Esta gente sigue sin entender que no se puede funcionar en el siglo XXI con los mismos códigos del siglo pasado. “Pa’ lo que sea, Canel, pa’ lo que sea”. Eso es mentira. Porque si Canel toca a tu hijo seguro que te arrepientes de lo que sea.
Da vergüenza ajena ver un desfile organizado de carros y bicicletas por el Malecón el mismo día que el Ministerio de Salud Pública informó de la muerte de 93 personas y de 8.399 nuevos contagios de COVID-19 en la Isla. Los muertos y las familias de los fallecidos se merecían la suspensión de cualquier acto político.
Los jóvenes comunistas han intentado retar al Maleconazo y han terminado protagonizando un maleconcito histórico. Nunca antes el poder en Cuba hizo tal exhibición de debilidad. Señores, tenemos la democracia a tiro de piedra.
Pero además de hacer el ridículo, la manifestación anémica de la UJC exhibe la falta de empatía de esta generación de jóvenes comunistas cubanos que no sienten como suyo el dolor de un pueblo que está enterrando muertos a mansalva y que tiene a muchos hijos, padres y madres encerrados injustamente en prisión por ejercer el derecho constitucional de manifestarse el 11 de julio.
A los comunistas en el poder no les basta con maquillar las cifras de los fallecidos que está dejando el COVID en la Isla, sino que, además, ignoran a los muertos que ellos mismos reconocen. No les duele Cuba y eso es lo que cada día hace más profundo el abismo que separa al Partido Comunista de la calle.
Entiendo que este 6 de agosto los organizadores de la marcha de la UJC hayan sentido una enorme frustración al ver las imágenes aéreas de su conato de movilización. Han querido apropiarse de la efeméride del Maleconazo con un ‘maleconcito’ sin pena ni gloria.
Tenemos choferes privados en Matanzas ofreciéndose para trasladar enfermos en sus carros particulares, con la gasolina pagada de sus bolsillos, mientras los comunistas gastan petróleo en una marcha indecente en tiempos de pandemia.
Los cubanos no nos merecemos lo que esta gentuza está haciendo con nosotros. Hoy Cuba debería estar unida, en un solo pueblo, empujando todos juntos para salir de la pandemia. Pero no hay nobleza sino odio en el PCC y en sus cachorros de la UJC. No tienen el coraje de invitarnos a todos, los de un lado y los de otro, a aparcar diferencias y a empujar juntos para que no sigan muriendo cubanos por falta de oxígeno.
Tengan la valentía de pedir ayuda. Tengan la valentía de dejarnos entrar. El maleconcito miserable del 5 de agosto huele a revancha. Así no se construye un país. Sean humildes y pidan ayuda. No por ustedes, que no la necesitan. Por toda la gente humilde que creyó que una Cuba más justa era posible. Si no tienen ni la fuerza ni la voluntad para hacerlo, apártense.
Este artículo fue publicado originalmente en CiberCuba el 6 de agosto de 2021