El discurso íntegro del Presidente (E) Juan Guaidó ante la 75° Asamblea General de la ONU

Juan Guaidó. REUTERS / Carlos Garcia Rawlins

 

Excelentísimo Secretario General, Antonio Guterres, honorables representantes, compatriotas venezolanos, buenas noches a todos.

Siento una gran responsabilidad al dirigirme hoy ante ustedes como Presidente Encargado de Venezuela, en representación de la Asamblea Nacional de Venezuela, único poder nacional democráticamente electo, que hoy cuenta con el respaldo de más de ciento cuarenta organizaciones políticas y de la sociedad civil, y juntos conformamos la verdadera Venezuela democrática y cívica.

Hoy represento el sentimiento de millones de mis hermanos venezolanos en los planteamientos que haré, tanto de los que se encuentran acá en Venezuela como de los cinco millones que se han visto obligados a emigrar, mis palabras encuentran inspiración en su espíritu cívico, sus valores democráticos, y su valentía al no doblegarse hasta conseguir la libertad de nuestro país.

La recurrencia de conflictos armados en el siglo pasado, dos guerras mundiales, y las sistemáticas violaciones a los Derechos Humanos, fueron detonantes para el establecimiento de la Organización de Naciones Unidas. Estas tragedias históricas han sacudido la consciencia de líderes mundiales, muchos ante los cuales tengo el honor de hablar hoy. Desde hace décadas ya, hemos entendido que todos los Estados tenemos la responsabilidad de proteger a nuestra población y de garantizar los Derechos Humanos, la dignidad humana, no solo en nuestros propios territorios, sino en todo el mundo.

Hoy les hablo desde acá, en un acto de reivindicación democrática a los verdaderos representantes del pueblo venezolano, porque el régimen dictatorial, con vínculos con el narcotrafico y violador de Derechos Humanos de Nicolás Maduro se encuentra usurpando también el derecho a palabra de Venezuela en el septuagésimo quinto período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

El mundo libre y democrático reconoce que Nicolás Maduro ha hecho uso ilegítimo de la fuerza para usurpar la Presidencia de la República, perseguir todo ciudadano que lo oponga, y utilizar los recursos de la Nación para financiar mafias de narcotráfico y terrorismo que lo apoyan en el mantenimiento del control del territorio nacional, en contra, y a pesar, del sufrimiento de millones de venezolanos.

Sabemos que la situación de Venezuela no es convencional, y que la dictadura que pretende extinguir todo vestigio de democracia tampoco lo es. Es casi inédito que un país con una de las reservas petroleras más grandes del mundo, vastos recursos naturales y una tradición democrática en el pasado estable, se convirtiera en lo que es hoy: un territorio controlado por una organización criminal que detenta el poder por la fuerza, propicia actividades ilegales para financierase, y viola sistemáticamente los Derechos Humanos de los venezolanos.

Con la convicción de libertad de la población venezolana, y el respaldo de la comunidad internacional recurriendo a mecanismos de lucha cívica, pacífica y sobretodo constitucional, para hacer frente al régimen más cruel que ha visto la región en muchos años.

Hemos consolidado un significativo apoyo de la comunidad internacional, que se ha traducido en la presión suficiente para impedir que que el régimen siga operando económica y políticamente de manera impune.

Hemos logrado congelar recursos robados del patrimonio de la nación, y los hemos redirigido a fortalecer la lucha contra el Coronavirus en un esfuerzo conjunto con la Organización Panamericana de la Salud, y la Cruz Roja internacional.

Hemos apoyado financieramente a los héroes que hoy se encuentran batallando la pandemia del COVID-19, siendo el sector salud uno de los más afectados por la corrupción que drenó los recursos del Estado hacia los bolsillos de la cúpula del régimen.

Hemos logrado enfocar la atención del mundo en la violación de Derechos Humanos y comisión de crímenes de lesa humanidad por parte del régimen en Venezuela.

Apenas la semana pasada, la Misión Independiente de Verificación de Hechos del Consejo de Derechos Humanos de ésta organización, publicaba un reporte y un informe detallado que constata la responsabilidad individual de Nicolás Maduro en la comisión de crímenes de lesa humanidad, y corrobora lo que por años hemos estado alertándole a la comunidad internacional: en Venezuela se ataca de manera sistemática y amplia a la población civil por motivos políticos, y el responsable detrás de estos crímenes es Nicolás Maduro.

La dictadura pretendió bloquear e impedir que la Misión Independiente cumpliera con su mandato, además pretende obstaculizar el acceso a la información por parte del Alto Comisionado de la Organización de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, y no conforme con eso, quien dice ser Canciller y el Fiscal General del régimen de Maduro catalogan el Informe de la Misión Independiente como un “fraude” , acusando a sus miembros de ser “mercenarios”, pretendiendo desconocer los testimonios de las víctimas que tuvieron que revivir momentos trágicos para asentar registro de la acción desmedida y sanguinaria de los cuerpos de seguridad.

Ciudadanos que merecen ser reconocidos, resarcidos. Estos testimonios merecen ser validados por toda la comunidad internacional, y por eso me permito este paréntesis para darle voz a una de las miles de sobrevivientes a estar tragedia que atravesamos los venezolanos y me permito citarlo precisamente del informe presentado en el reporte de conclusiones detalladas de la Misión Independiente, que ilustra el nivel de crueldad de la dictadura:

“La Misión también recibió información preocupante relativa al trato a mujeres embarazadas detenidas por la DGCIM. La Misión recibió información confiable sobre una mujer que había sido brutalmente golpeada y asfixiada hasta el punto de perder el conocimiento, a pesar de que tanto ella como su novio (quien también fue detenido) informaron a los oficiales que se encontraba en el primer trimestre de embarazo. Aproximadamente un mes después de su detención, oficiales llevaron a la víctima al hospital donde sufrió un aborto espontáneo. No se le había prestado atención médica en el ínterin, a pesar de las peticiones de su familia”.

Este es solo uno de los cientos de testimonios recopilados por la Misión Independiente de Verificación de los hechos, que narran las dolorosas y demasiado comúnes prácticas inhumanas, crueles y degradantes que el régimen ha aplicado desde el año 2014. Nicolás Maduro ha hecho que violar Derechos Humanos sea un requisito para formar parte de su régimen. Y sin embargo, es Nicolás Maduro quien envía a su representante ante el Consejo de Derechos Humanos y difunde mentiras.

A los que algún momento justificaron o respaldaron a Maduro les quiero reiterar el llamado a que rectifiquen, a que detengan las violaciones de Derechos Humanos que en este instante continúan, que colaboren a poner fin al terror que pretende imponer la dictadura.

La realidad es que Maduro no quiere resolver la crisis económica, social y política en Venezuela. Todas sus acciones están orientadas a aniquilar cualquier voz disonante, cualquier fuerza política contraria, cualquier consciencia que quede libre. El régimen utiliza su poder de facto sobre el territorio para auspiciar operaciones de organizaciones criminales nacionales y trasnacionales de tráfico de drogras, armas, y de personas que recurren incluso al reclutamiento de niños soldados.

Nicolás Maduro es hoy perseguido por la justicia, con una recompensa de quince millones de dólares por su captura, ante su participación en actividades de narcotráfico.

Pero Maduro no solo NO quiere respetar y defender los Derechos Humanos… tampoco puede.

No puede proteger a las víctimas de las consecuencias de sus propios crímenes. Porque fue él quien en los últimos siete años lideró un proyecto político que se ha mostrado incapaz de atender la crisis de los servicios públicos, hoy, por ejemplo, solo se está suministrando el 8% de la gasolina que necesita el país para moverse, y se la reparten entre los jerarcas de la dictadura, un país con una de las empresas petroleras más grandes e importantes del mundo. La mala administración de los recursos del Estado y la corrupción rampante que auspició el régimen han quebrado la economía del país

Su última propuesta para socavar aún más la democracia en Venezuela es la convocatoria a un proceso ilegal y fraudulento de elecciones pretendiendo eliminar a las fuerzas legítimas de la Asamblea Nacional, el único pilar legítimo que se mantiene de pie en Venezuela, el cuál hoy tengo el orgullo y el compromiso de defender.

Como venezolanos, nuestra única alternativa ha sido resistir, y así lo hemos hecho con vehemencia. Hemos promovido todas las iniciativas democráticas establecidas en la constitución venezolana, para encontrarlas ilegalmente bloqueadas por la dictadura. Hemos votado, protestado, hemos establecido procesos de diálogo con mediadores internacionales creíbles, hemos convocado a procesos de reconciliación y amnistía. Nadie puede decir que nos hemos quedado de brazos cruzados en ningún momento.

Los venezolanos estamos de pie, enfrentando unos horrores similares a los que se viven cuando un país está en guerra, y eso se debe -en gran medida- a la esperanza que tenemos de que vamos a recuperar a Venezuela, que nuestras familias se reecontrarán, y que nuestras heridas sanarán.

La Responsabilidad para Proteger le incumbe a los Estados. Yo, como representante legítimo del Estado venezolano tengo la responsabilidad de proteger a los venezolanos. Pero la organización criminal que lidera Nicolás Maduro ostenta de facto el control efectivo sobre el territorio nacional, a través del uso ilegítimo de la fuerza.

Ante esta realidad, y la responsabilidad del cargo que ostento, debo pedirles hoy alinear los esfuerzos de asistencia internacional para restablecer la soberanía efectiva en Venezuela, y proteger a la población civil, desarmada, ante la comisión sistemática y reitarada de crímenes de lesa humanidad a manos del régimen dictatorial que usurpa la presidencia de Venezuela.

La situación en Venezuela no está en la fase preventiva de alertar que sobre un posible riesgo. No, es una crisis en pleno desarrollo. En este instante, mientras les dirijo estas palabras, hay venezolanos siendo torturados en las mazmorras de la dictadura, hay venezolanos que no pueden acceder a medicamentos básicos, a alimentos, venezolanos que no pueden opinar, que no pueden expresarse libremente, hay una generación de niños que sueñan vivir en libertad. No podemos condenarlos a una vida de injusticias, violencia y represión.

De la mano de aliados internacionales hemos implementado mecanismos de diplomacia preventiva, se han puesto en marcha sanciones económicas individuales a los responsables de las atroces violaciones de Derechos Humanos, hemos visto el resultado del establecimiento de una Misión Independiente de Verificación de Hechos, hemos denunciado oficial y formalmente -con la ayuda de otros países de la región- al régimen de Nicolás Maduro ante la Corte Penal Internacional.

Hemos llegado casi al final de la escalada que trazan los pilares de la responsabilidad para proteger sobre mecanismos pacíficos y diplomáticos. Grandes tragedias de la humanidad han estado seguidas por períodos de reflexión sobre los desaciertos de la comunidad internacional, y la conclusión ha sido clara: demasiadas veces la diplomacia ha llegado tarde, o no ha llegado en lo absoluto. Hoy les pido a todos los representantes de Estados Miembros que asuman la responsabilidad de asistir al gobierno legítimo de Venezuela en su misión de proteger al pueblo venezolano, y considerar una estrategia que contemple escenarios luego de agotada la vía diplomática. Ha llegado el momento de acciones oportunas y decisivas.

Todo el pueblo de Venezuela agradece a quienes no se han mantenido indiferentes ante esta tragedia. A quienes nos han acompañado en las horas más oscuras de nuestra nación. Ahora debemos pedirles que sigan insistiendo en el camino de la presión internacional. Estamos convencidos que así se ve el ocaso de la dictadura, cada vez más cruel y desesperada.

El mandato de la Misión de Verificación de Hechos debe ser extendido, y la Misión en el terreno del Alto Comisionado de los Derechos Humanos para Venezuela debe continuar siendo apoyada, garantizando que cuente con todos los recursos necesarios para la ejecución de su mandato.

Elevo solicitud también al Secretario General de la Organización de Naciones Unidas para que movilice la voluntad política de los Estados Miembros para restaurar efectivamente la soberanía en Venezuela y poder proteger al pueblo civil de las atrocidades de un régimen criminal. Honorable Sr. Guterres, como bien usted indicó en el año 2018, durante el debate de la Asamblea General sobre la Responsabilidad de Proteger de los Estados: “los principios fundamentales significan poco si no se aplican cuando más se necesitan”. Hoy, en Venezuela, es cuando más se necesitan.

Personalmente le pido a todos los representantes presentes, especialmente aquellos que pertenecen al Consejo de Derechos Humanos, que lean el Informe Detallado de la Misión Independiente de Verificación de Hechos, que conozcan los testimonios, y si pueden, a que les pongan cara a la tortura sistemática. Y luego de eso, quedará en sus manos considerar proceder junto a sus gobiernos para denunciar a Nicolás Maduro ante la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad contra la población civil de Venezuela.

El pueblo venezolano seguirá avanzando con pasos firmes hasta lograr la libertad. Esperemos que la comunidad internacional se mantenga firme también en la convicción de asistirnos.

En este septuagésimo quinto período de sesiones de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas esperamos seguir contando con su apoyo. Esperemos que en el próximo período de sesiones celebremos juntos el regreso de Venezuela al camino democrático.

Gracias por su tiempo y atención.

Que Dios los bendiga.

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Source: La Patilla

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