Jessy Divo: Cerca de 40% de los profesores han abandonado las universidades

 

Las universidades públicas del país inician el año 2022 con un déficit presupuestario de 96%, una cifra que va más allá del estupor, de acuerdo a la reflexión de la rectora de la Universidad de Carabobo y miembro de la Asociación de Rectores Universitarios, Jessy Divo. Entender la justa dimensión de cómo funciona una casa de estudios con menos del mínimo admisible, amerita un repaso por la amenaza del vandalismo constante en los campus inseguros, donde muchos de los centros de investigación ya no funcionan. “Egresar a un muchacho” es un acto de heroicidad, confiesa, debido a la renuncia del 70% del personal administrativo y al éxodo de casi la mitad del profesorado. Un docente titular, con acreditación doctoral, no gana más de 16 dólares mensuales.

 

 

Iniciemos la conversación por el tema neurálgico: el presupuestario. Ustedes, los rectores, que son la autoridad académica y administrativa de las universidades, han denunciado que el Gobierno nacional persiste en políticas violatorias de la autonomía universitaria y de asfixia económica. ¿Cómo podría describir esta situación?

Gerenciar estas instituciones en momento de crisis resulta complicado, pero en una universidad sin recursos, se agrava aún más y los más perjudicados son nuestros profesores, empleados y obreros, y por supuesto, nuestros estudiantes. Los ingresos de nuestros trabajadores ya no pueden llamarse, si quiera, salarios. Los beneficios laborales fueron eliminados casi en su totalidad. Ahora tenemos nosotros que cubrir nuestro propio HCM, nuestro sistema de salud. ¿Cómo podemos nosotros mantener una educación de calidad, si nuestros centros e institutos no pueden operar? ¿Cómo invertir en ellos si no nos llegan recursos para la inversión académica, para las bibliotecas, para el mantenimiento de los espacios?

La educación es la principal herramienta del progreso de un país. La educación debe ser considerada la prioridad. Sin embargo, no tenemos cómo costear la seguridad de la universidad. En el caso de la de Carabobo, estamos en 300 hectáreas de terreno, entre dos avenidas, la que comunica con la variante Bárbula y la autopista Valencia – Puerto Cabello y, por lo transitado, la ciudad universitaria se trasforma en un espacio muy atractivo para la delincuencia.

Todos los días hemos tenido una acción delincuencial distinta. Pero debo reconocer que en los últimos meses, la situación ha mejorado, porque contamos con un dispositivo de seguridad en alianza con la Policía de Carabobo y la Alcaldía de Naguanagua, junto a la PNB y la GNB. Es un convenio antiguo que suscribí en el año 2010, y que hoy se mantiene. Pero, aún con el patrullaje, es muy difícil mantener la seguridad de un recinto abierto. Por ello es indispensable recuperar nuestro presupuesto destinado, como en el pasado, a la contratación de empresas de seguridad o, al menos, a la contratación de personal de la universidad, que se encargue de la seguridad de estos espacios. Y así está la realidad en todas las universidades del país. Los nuestros (Carabobo) son espacios abiertos, no hay posibilidad de balancines ni de cierre.

La inseguridad, los bajos salarios y los pocos beneficios han generado un éxodo que ya se pierde de vista. Hay jubilaciones masivas de obreros, personal administrativo y docente.

Lo recurrente es la violación y el desconocimiento de la autonomía. Nosotros no necesitamos que designen representantes o personeros del gobierno para que administren las universidades. Lo que necesitamos es que se respete a las autoridades electas por el claustro. Nosotros rendimos cuentas por cada bolívar que entra a la universidad. Ello significa justificar su ejecución ante el Ministerio de Educación Universitaria y la OPSU. Hay un órgano auditor interno que se encarga del control del ingreso y el egreso. Uno se pregunta por qué hay tanta desconfianza con las autoridades.

Siempre insistimos en denunciar que el problema presupuestario está afectando a la excelencia académica y a la investigación. Están severamente afectadas nuestras revistas, no tenemos cómo divulgar el conocimiento ni los recursos para garantizar la publicación de nuestras revistas y la producción intelectual acreditada en nuestros centros y laboratorios, que eran de los primeros en los rankings internacionales.

– ¿Tienen un estimado del déficit presupuestario que los afecta en este momento?

Lo aprobado para el presupuesto de 2022 no alcanza 4% de lo requerido. Si se ejecutara oportunamente, podría alcanzar para los primeros meses del año. Pero los ingresos son remitidos a las universidades cuando la OPSU o la ONAPRE lo deciden. Las reuniones que antes se daban entre la Asociación Venezolana de Rectores y el Ministerio, ya no son recurrentes. Nuestra presidenta, la rectora Cecilia García Arocha, solicitó una reunión con la ministra Tibisay Lucena, donde esperamos poder presentarle nuestros reclamos, formalmente, y que también vea nuestras cifras. A pesar de las carencias y vicisitudes, la Universidad de Carabobo logró 6.000 egresados en 2021.

– ¿Cuál sería la forma de sobrevivir a esta crisis presupuestaria? De acuerdo a lo mencionado, hablamos de 96% de déficit al inicio de 2022.

Con mucha dificultad. Nos apoyamos en la generosidad de las familias de los estudiantes, de los egresados. Generamos recursos propios con ofertas académicas que van desde diplomados hasta postgrados. Tenemos alianzas con el sector privado y el sector público, representado por las alcaldías y la gobernación, son convenios del tipo institucional y no político.

A nosotros nos corresponde orientar la vida del país para contribuir en la solución de los problemas nacionales. Nuestra función en la cultura, la educación y la ciencia la ejercemos como instituciones libres y autónomas. Somos ejemplo de tolerancia sobre la base de la pluralidad.

– Son numerosos los casos de robo y desmantelamiento de instalaciones universitarias en todo el país. En la Universidad de Oriente, en todos sus núcleos, es recurrente.

Es doloroso ver cómo la han desmantelado. Sin embargo, vemos a la doctora Milena Bravo haciendo magia con sus autoridades para seguir egresando a esos muchachos hasta en un patio o en un estacionamiento. Ojalá 2022 sea un año de reflexión para el Ministerio de Educación Universitaria como órgano rector del sistema. No estamos pidiendo nada más allá de lo que, por ley, nos corresponde. Estamos formando a los profesionales para el país y para el mundo, porque se nos van, en vista de que no tienen oportunidades.

– De acuerdo a la información que publicamos en octubre de 2021, la plantilla de estudiantes matriculados la Universidad de Carabobo ascendía a 50.000 y desde 2018, unos 700 profesores habían dejado sus puestos de trabajo. ¿Cuál es el déficit de profesores? ¿Cuántos bachilleres han abandonado sus carreras?

Ha habido un pico, no solo por la falta de presupuesto, sino por la pandemia, no podíamos garantizar las medidas de bioseguridad. Entre 2018 y 2019 hubo un éxodo estudiantil de casi 60%. Pero, recientemente, a mediados de 2020 y hasta 2021, nuestras matrículas se han incrementado en facultades como ingeniería, ciencias económicas, ciencias jurídicas y políticas, y ciencias de la salud. Este incremento ha sido superior a 20%.

En el caso de los obreros, el porcentaje de éxodo es menor. Pero el caso más acentuado es el del personal administrativo, donde hemos tenido cerca de 70% de éxodo. Las renuncias persisten a diario, porque sus ingresos son muy precarios. La mayoría de ellos renuncian a la universidad y se inclinan por proyectos de emprendimiento, y otros deciden abandonar el país.

En el caso de los profesores, el éxodo mayor lo tenemos en la facultad de ciencias de la salud, ingeniería, ciencia y tecnología, y en menor medida odontología, ciencias jurídicas, ciencias económicas y educación. Podríamos hablar de 40%. Tratamos de cubrir las vacantes con nuevas contrataciones y hasta concursos. Ha habido respuesta favorable.

– ¿Cuánto gana un profesor universitario? Por ejemplo, un profesor titular que le ha dedicado su vida a la universidad y ocupa el escalafón académico más alto.

El profesor titular, que es el que más gana, que debe tener, obligatoriamente, el título de doctor y haber cumplido un programa de maestría y especialidad, y que mínimo tiene 25 años en la universidad, hoy no tiene un ingreso que alcance los 16 dólares al mes. Y si a ello le agregas los beneficios que resultaban atractivos cuando tú ingresabas por concurso, como el HCM, contribuciones por número de hijos, medicinas… Todas esas bonificaciones se han ido perdiendo. Aunque se mantiene en la convención colectiva, ahora es insignificante y no representa, para nada, la posibilidad de una ayuda.

– ¿Qué motiva a un profesor universitario a permanecer en la docencia, a pesar de ganar 16 dólares al mes?

Los profesores sacrifican lo individual por lo colectivo. La mayor recompensa es ver a esos padres, llorando, buscando como pueden, el mejor traje para acompañar a sus hijos. Eso me conmueve demasiado. A veces, yo hago muchos malabares para garantizarles ese momento. Ahora, por ejemplo, estamos utilizando el teatro municipal, aquí en Valencia, y también en el estado Aragua, porque nuestro anfiteatro no se encuentra en condiciones de poder recibirlos. Y esa es una de nuestras grandes motivaciones: sabernos todavía útiles y necesarios en la formación de esos muchachos. Esto es heroico… Perdón que se me tranca (el pecho), porque esto es muy difícil.


Source: La Patilla

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