El socialismo democrático se define como una filosofía política donde la democracia queda dentro de una economía de propiedad socialista. Los socialistas democráticos argumentan que el capitalismo es inherentemente incompatible con los valores de la igualdad. Por lo tanto, el socialismo democrático implica un sistema político democrático con una economía socialista en la que los medios de producción son de propiedad colectiva.
Es propio del socialismo democrático abogar por limitar la acumulación de propiedad y la regulación gubernamental de la economía. También busca proporcionar una amplia asistencia social financiada con fondos públicos Actualmente, los países que se consideran gobernados por un partido socialista democrático son Armenia, Bolivia, Ecuador, Islandia, Nicaragua, Irlanda del Norte, Portugal, Serbia y Venezuela.
Por otra parte, la socialdemocracia se define normalmente como un régimen político que aboga por intervenciones económicas y sociales para promover la justicia social en el marco de una política democrática liberal y una economía mixta de orientación capitalista. Los socialdemócratas proponen medidas como la redistribución de los ingresos y las disposiciones de bienestar social.
La socialdemocracia busca humanizar el capitalismo creando condiciones para obtener mayor igualdad. El objetivo de la socialdemocracia a largo plazo es el socialismo a través de un cambio evolutivo desde el capitalismo, mediante procesos políticos ya establecidos.
Hay una gran superposición de posturas políticas entre la socialdemocracia y el socialismo democrático. Los politólogos usan la etiqueta de socialdemócrata para las posiciones políticas de centro izquierda, y la etiqueta de socialista democrático para las posiciones aún más de izquierda.
Es interesante que Marx y Engels se refirieran al socialismo y al comunismo indistintamente. Yo, sigo sin estar convencido de las diferencias de definición entre socialismo democrático y socialdemocracia. Ambos invaden nuestras libertades personales.
No hay una forma sensata para clasificar definitivamente a los países como democracias sociales. Actualmente, naciones como Noruega, Suecia, Finlandia y Dinamarca, así como algunos países de Europa del Este han adoptado su propio sistema de capitalismo en el que las políticas de bienestar social se encajan en un marco capitalista. Japón y Canadá también han implementado políticas que podrían considerarse dentro de la definición de democracia social. Tomaré prestada una frase de Dinesh D’Souza que dice que estos países son «capitalistas en la creación de riqueza y socialistas en su distribución».
Por ejemplo, en los Estados Unidos la tasa impositiva máxima del 46 por ciento se aplica desde 400.000 dólares de ingreso, que es más de 8 veces el ingreso promedio. En Dinamarca, la tasa impositiva máxima del 60 por ciento se aplica desde 60.000 dólares, que es sólo 1,2 veces el ingreso promedio. Reglas similares se aplican en Noruega, Suecia y Finlandia. Es decir, los Estados Unidos imponen una alta tasa de impuestos a los ricos, mientras que la norma escandinava es gravar fuertemente a vastos segmentos de la población.
Además, Suecia, Noruega y Dinamarca, también recaudan un impuesto sobre el valor añadido del 25 por ciento en la mayoría de los artículos de consumo. Los políticos estadounidenses consideran que los impuestos sobre el valor añadido son regresivos, ya que penalizan de manera desproporcionada a la población de menores ingresos que debe gastar una mayor proporción de sus ingresos en bienes de consumo. En los países escandinavos, cuando consideramos los impuestos sobre el valor añadido, las clases medias pagan impuestos iguales o superiores a los de los ricos.
Irónicamente, mientras la izquierda estadounidense aboga por un modelo socialista escandinavo, los países escandinavos se han ido alejando durante los últimos decenios del modelo socialista de los años setenta. Hoy en día, países como Dinamarca y Suecia están en la cima de la libertad económica. Esto es revelador, porque los políticos estadounidenses que se autodenominan socialistas democráticos ignorantemente señalan a los países nórdicos como ejemplos a seguir.