La increíble vida de Woody Harrelson: Hijo de un asesino a sueldo y expulsado de la guardería por peleón

La carrera de Woody Harrelson comenzó en 1985, cuando se unió al elenco de Cheers como el barman con el que todos querían compartir una cerveza (Foto: AP)

 

Se lo considera uno de los últimos rebeldes de Hollywood. Como actor derrocha energía, convicción y carisma y como hombre común, también. Su vida es tan atractiva como la mayoría de sus personajes

El muchacho está en la biblioteca escolar. Solo, huraño, sabe que no integra el equipo de los populares, tampoco el de los perdedores, pero sí el de los freaky. Con un diagnóstico de dislexia e hiperactividad, más el antecedente de haber sido expulsado de la guardería -¡sí, de la guardería!- por peleón y de primer grado por robar un bolso, pocos se le acercan. Al combo se le suma que su padre pasó varias temporadas en la cárcel, aunque sus compañeros desconocen que trabaja de sicario profesional. Sí, mejor no acercarse a ese muchacho de 1,77 de altura, ojos claros y mucho acné.

Por Infobae

Pero esa tarde, un compañero se anima y lo anima. “Hey, Woody, haz tu imitación de Elvis”. El muchacho hosco le cede paso al intérprete nato y se deja llevar. Empieza a cantar. Compenetrado, se sube a una mesa y mueve la pelvis como The King of Rock. Los alumnos se arremolinan, llegan varios docentes y dos ordenanzas. El muchacho piensa que lo expulsarán, que su madre se enfurecerá. Pero sigue cantando, no puede parar. Al finalizar no recibe una sanción sino una ovación.

Falta algo más. Apenas baja del improvisado escenario se le acerca Ronda Rogers, la chica más linda de la escuela y de la que está enamorado, aunque sabe que no está a su alcance. “Woody, soy la vicepresidenta del club de teatro, y creo que deberías inscribirte”. Lo invita, acepta. Al tiempo son novios. Así, con un primer amor y una actuación improvisada, Woody Harrelson descubrió que quería ser actor.

Su padre abandonó a la familia cuando Woody Harrelson tenía siete años (Foto: Instagram)

 

Harrelson nació el 23 de junio de 1961. Su madre, Diane, trabajaba de secretaria. Era una mujer muy religiosa que cantaba en el coro de la iglesia y les leía textos bíblicos a sus hijos. Su apellido era Oswald, y nada tenía que ver con Lee Harvey Oswald, el asesino de Kennedy. De quien sí sospechaban que algo tuvo que ver fue Charles, su marido y padre de Woody. El hombre era una “verdadera joyita”. Apostador profesional, cocainómano y asesino a sueldo, se perdió casi toda la niñez de su hijo por estar encarcelado.

En 1979 mató a un juez en Texas. Cuatro meses después, acorralado por la policía y para evitar que un francotirador demostrara su puntería con su corazón, aseguró que era uno de los asesinos de Kennedy. Terminó en la cárcel con dos condenas a cadena perpetua, pero esa historia es tan interesante que merece su propia historia.

Aunque Diane era una madre amorosa, los continuos entuertos con la ley del padre hicieron que Woody creciera con mucho enojo. Del jardín lo expulsaron por mal comportamiento. En primer grado lo acusaron de robar un bolso: con una total falta de pedagogía su maestro decidió golpearlo para que confesara algo que no había hecho. Enfurecido, cuando se liberó Woody caminó por los pasillos rompiendo ventanas con sus puños. Ante la nueva expulsión y con un diagnóstico de dislexia e hiperactividad, su mamá lo anotó en Briarwood, una institución para chicos con dificultades de aprendizaje. “La idea era educar y simultáneamente dar amor al niño, lo cual suena raro, pero funcionó. Hacía algo incorrecto o violento, y me trataban con amor”, recordaría el actor.

Del primario pasó al secundario, de su padre preso no podían esperar ayuda económica así que hizo diversos trabajos para ayudar. Su favorito fue tallador de madera. Después de la secundaria se anotó en la Universidad de Hannover, donde obtuvo una licenciatura en inglés y en Artes Escénicas.

Colegas y amigos: Woody Harrelson y Owen Wilson (Foto: AP)

 

Convencido de que lo suyo era la actuación pero no tanto el show, se instaló en Nueva York antes que en Hollywood. La suerte no lo acompañó. Luego de 14 meses y 17 trabajos se sentía derrotado y dispuesto a abandonar, pero le llegó la oportunidad de ser actor suplente en Blues de Biloxi, una película de Neil Simon. En el set Woody quedó fascinado con Nancy, la hija de Simon. Lo que ocurrió después jamás se supo si fue una rara broma, una excentricidad o una tontería.

Harrelson y Nancy se casaron en Tijuana en 1985, con la intención de divorciarse al día siguiente. El problema fue que cuando la pareja regresó a la sala de matrimonio y divorcio de ese aparente fast food del compromiso, la encontraron cerrada porque era domingo. Así que permanecieron legalmente casados durante 10 meses. El casamiento fue una broma, pero su carrera tomaba un rumbo serio. Ese mismo año le llegó la oportunidad de ser parte de Cheers en el papel de Woody Boyd, un cordial y gracioso camarero. Ganó un Emmy y fue nominado cuatro veces más.

Woody Harrelson es famoso por su buen humor; aquí, con Matthew McConaughey (Foto: AP)

 

Woody vivía con intensidad. Cómo el mismo contó, era un “mujeriego en serie” que se acostaba con tres mujeres al día y pasaba su tiempo “teniendo tanto sexo como podía”, y que se sentía “atrapado en una relación después de tres horas”. Se definía como un “soltero militante” al que le resultaba difícil mantener relaciones sostenidas. Entre sus romances estuvo con Carol Kane, Ally Sheedy, Moon Zappa, Penelope Ann Miller, Brooke Shields y Glenn Close.

Para esa época, en los tabloides saltaba de la sección romance a la de policiales. En 1983 fue detenido en Ohio cuando se le ocurrió ponerse a bailar en medio de la calle e interrumpir el tráfico. La policía se acercó: terminó pegándole una piña a uno de los agentes. Tres años después fue detenido pero por una razón altruista: formó parte de un grupo de manifestantes que escaló el puente Golden Gate de San Francisco para exigir la protección de un bosque de secuoyas canadienses en California.

Entre escándalos y romances, su carrera seguía. Estuvo ocho años en Cheers, lo que no le permitía aceptar roles más interesantes en el cine. El primero lo consiguió en 1991 con Doctor Hollywood, pero entró definitivamente a las ligas mayores con Una propuesta indecente, junto a Robert Redford y Demi Moore. El actor contó que filmar las escenas de amor con la actriz fue bastante incómodo ya que era muy amigo de su marido de entonces, Bruce Willis. Porque una cosa es ser un reconocido adicto al sexo pero otra muy distinta es mirar a la mujer del amigo. Códigos que le dicen.

Siguió una seguidilla de buenas películas. Filmó Asesinos por naturaleza con Oliver Stone y se hizo compinche de Juliete Lewis, que asegura que hasta el día de hoy son “como camaradas que hicieron juntos la instrucción militar”. En 1996 protagonizó El escándalo de Larry Flynt, por el que obtuvo una candidatura al Oscar.

Woody Harrelson con Juliette Lewis, en Asesinos por naturaleza

 

Siguió con la película Bienvenido a Sarajevo. Mientras filmaba en Bosnia, un grupo de paramilitares intentó atacarlo pero cuando lo reconocieron terminaron tomando una cerveza. A veces la fama no es puro cuento. Fue parte de La delgada línea roja. Son legendarias sus bromas con Sean Penn en el set. Woody llenó de chicles masticados el casco que debía usar el ex de Madonna y luego le arrojó una serpiente “vivita y coleando” en el tráiler. Como era una película de guerra, Penn contestó con munición gruesa. Repartió 2500 folletos entre los lugareños convocando al “Día de Woody Harrelson”, asegurando que el actor firmaría autógrafos a solo $10 dólares cada uno.

Para completarla, Penn llamó a la radio local para difundir el supuesto evento, así puso a Harrelson en la encrucijada de asistir y perder toda una tarde firmando autógrafos entre fanáticos o no asistir y decepcionarlos. Optó por lo primero. Eso sí: Woody llamó a la radio y avisó que estaría presente pero que no cobraría por estampar su firma.

Subido al tren del éxito, y en primera clase, decidió bajarse. “Hubo un periodo, entre el 97 y el 2002, en el que hice papeles muy pequeños, como favores, pero dejé la actuación. Vivía en un semi retiro”. ¿Qué había pasado? “Simplemente tuve a mi hija, y solo quería pasar tiempo con ella, y luego tuve otra. Fue uno de los mejores períodos de mi vida. Y cuando decidí que quería volver a trabajar de nuevo ¡descubrí que a nadie le importaba que me hubiera ido! Pensé que iba a ser como ‘¡Bienvenido de nuevo!’, con los brazos abiertos, y más bien fue como: ‘No nos habíamos dado cuenta de que te habías ido’”.

Regresó al ruedo en el 2006 con A praire home companion y Una mirada en la oscuridad. Siguió con Sin lugar para los débiles de los hermanos Coen, Zombieland, y mostrando una versatilidad única también fue parte de Los juegos del hambre, Solo: A Star Wars Story y Midway. En 2018 fue de nuevo candidato al Oscar por su papel en Tres anuncios, y eso que solo actuaba hasta la mitad de la película. Sus escenas con Frances McDormand son de una sutileza y una humanidad exquisitas, de esas que el espectador guarda y celebra. En 2014 fue parte de la serie True detective.

Woody Harrelson, Sam Rockwell y Frances McDormand en Tres anuncios por un crimen

 

Entre set y set protagonizó uno de los momentos más bizarros de su vida: para hacerle un favor a un amigo compartió una cena con Donald Trump. “Estoy en una mesa con cuatro personas, cada persona tiene derecho al 25 % de la conversación, ¿verdad? Yo diría que Melania recibió alrededor del 0,1 %, yo, alrededor del 1 %, el gobernador, Jesse, obtuvo alrededor del 3 %, y Trump tomó el resto”., contó en la revista Esquire. Lo que sigue es desopilante. “La conversación se puso tan mala que tuve que salir para fumar un porro antes de volver al monopolio del monólogo. Vengo de Hollywood, así que he visto narcisistas. Pero este hombre está más allá”

Otra de sus particularidades es que es crudívoro: solo come alimentos crudos y no animales. “Todo empezó cuando tenía unos 24 años, por pura casualidad: tenía un montón de acné y conocí a una chica que me dijo que dejara los productos lácteos y todos los síntomas se irían tres días después. ¡Estaba en lo cierto!”.

Reconocido ecologista, no usa ropa hecha con materiales sintéticos ni lavada con productos de limpieza normales y viaja en un auto propulsado por biodiésel. Durante un año fue dueño de un bar de oxígeno en California llamado O2 y armó un autobús sostenible con suelos de corcho y cubierto de paneles solares al que llamó La nave nodriza. Pacifista, intervino en distintas charlas en contra de la invasión de Iraq de 2003.

En 2008 se casó con Laura Louie, su pareja durante 20 años. Laura era su asistente y cofundadora de un servicio de distribución de comida orgánica. Son padres de Denni, Zoe y Makani, a las que llama “la diosa triología”.

Firme defensor del cannabis con fines medicinales, el 1 de junio de 1996 fue arrestado en Kentucky tras plantar de forma simbólica cuatro semillas de cáñamo en un acto cuya intención era mostrar cómo la ley no distingue entre el cáñamo industrial y la marihuana. Residente en Hawaii, hace poco tramitó un permiso para ser uno de los 16 locales autorizados a vender cannabis.

Feliz con su presente, Harrelson da un consejo que suena mucho a lección de vida: “Uno tiene que creer en sí mismo y en lo que hace. En este negocio muchos desean ser famosos, pero para lograrlo hay que enganchar a la gente con buenas historias. Si no se logra a la primera, hay que perseverar. Todos acabamos encontrando nuestro lugar”. La revista People alguna vez lo eligió como uno de los 50 hombres más bellos del mundo. Si hacen el listado con los actores más interesantes del mundo, Harrelson será número puesto.


Source: La Patilla

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