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Las aventuras al aire libre son fundamentales para las mujeres a medida que envejecen

«¿Dónde están todas las demás mujeres mayores?». Tenía 55 años y esta pregunta me venía a la cabeza cada vez que salía a hacer surf. Veía muchos hombres de mi edad (y mayores) en las olas, pero muy pocas mujeres.

Busqué a esas mujeres mayores aventureras y escurridizas para mi último libro Tough Broad, From Boogie Boarding to Wing Walking, How Outdoor Adventure Improves Our Lives as We Age [Tough Broad, Del Boogie Boarding al Wing Walking, cómo la aventura al aire libre mejora nuestra vida a medida que envejecemos]. Acompañé a una buceadora de 80 años en el Pacífico. Caminé por un parque suburbano con una mochilera de 93 años. Observé aves y navegué en kayak de mar.

También hice una inmersión profunda en la investigación actual sobre el envejecimiento. Lo que encontré después de todo esto fue un argumento convincente de que vivir aventuras al aire libre es lo mejor que podemos hacer las mujeres para asegurarnos de que viviremos más felices, más sanas y más plenas a medida que envejecemos.

He aquí cinco cosas importantes que aprendí durante la redacción de este libro.

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1. La mentalidad es importante para envejecer bien

Lamentablemente, los mensajes sobre el envejecimiento de las mujeres son muy tóxicos. Se nos dice que estamos en un rápido declive y muchas mujeres se sienten invisibles. Sin embargo, las investigaciones demuestran que la forma en que vemos nuestro propio envejecimiento predice lo bien que envejecemos. Así, si tenemos una visión negativa del envejecimiento, tenemos estadísticamente más probabilidades de sufrir un infarto o un deterioro cognitivo, y además antes.

Lo más interesante es que lo contrario también es cierto: si piensas en el envejecimiento como una época de exploración y regocijo, serás más feliz, estarás más sano y vivirás siete años más. Hay mucha ciencia detrás de esto. Por ejemplo, un estudio realizado en 2022 con 14 000 adultos mayores de 50 años reveló que los que tenían una actitud más positiva ante el envejecimiento presentaban un riesgo un 43% menor de morir por cualquier causa en los cuatro años siguientes que los que tenían una actitud menos positiva ante el envejecimiento.

Pero estos estudios no nos dicen cómo conseguir esa mentalidad positiva, especialmente frente a los mensajes tan negativos sobre nuestro viaje de envejecimiento. Sin embargo, tuve la sensación de tener la respuesta: aventura al aire libre.

2. La aventura al aire libre puede cambiar nuestra mentalidad sobre el envejecimiento

Me metí en el océano con las Wave Chasers [cazadoras de olas], un grupo de mujeres de 60, 70, 80 y más años (¡una de ellas tiene 99 años!) que practican bodyboard juntas en San Diego (Estados Unidos). Quería saber por qué habían decidido practicar este deporte y qué sacaban de él.

Loraine Vaught me dijo que el body le había cambiado la vida. Cuando le pregunté cómo lo había hecho, me señaló el enorme y frío océano Pacífico; mira qué nervios había que tener para meterse, mira qué valentía había que tener para cabalgar las olas, mira cómo se ayudaban unas a otras las Wave Chasers, mira lo bien que se lo estaban pasando. Lo que estaba diciendo era que ninguna de las Wave Chasers estaba haciendo lo que se esperaba de ellas a su edad. Desde luego, no se veían a sí mismas como personas frágiles o con problemas cognitivos, ¡o aburridas!

Esto me hizo darme cuenta de que si sales al aire libre y eliges una actividad que te haga sentir regocijo, exploración y vitalidad física (incluso algo tan simple como hacer body), supone una reprimenda directa a todo lo que te han dicho sobre tu viaje de envejecimiento. Ahora has cambiado tus propias creencias y expectativas (y las de los demás) sobre lo que puedes y no puedes hacer. Ahora te sientes con fuerzas para afrontar tu futuro, ¡no desanimado! Lo he comprobado una y otra vez al escribir este libro.

Además, no me canso de repetirlo: la aventura está en el ojo del que mira. Fui a observar aves con Virginia Rose, la fundadora de Birdability, una organización sin ánimo de lucro que lleva a personas con discapacidad a observar aves. Para mi sorpresa, la observación de aves tenía todas las características de una aventura. Estábamos en una búsqueda. Estaba la expectación de oír un pájaro antes de verlo. La adrenalina de verlo. Estaba la vitalidad física de estar a la intemperie; Virginia y yo caminamos casi 10 kilómetros ese día, registrando 52 especies para la ciencia ciudadana. Además, estaba superando mi zona de confort aprendiendo cosas nuevas. Resulta que la aventura no se define por la actividad en sí, sino por cómo te sientes haciéndola.

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3. La naturaleza es medicinal

Salir al aire libre es fundamental para nuestra salud biológica, y hay muchos datos científicos que lo demuestran. Los estudios han demostrado que los árboles liberan unas sustancias químicas llamadas fitoncidas que son muy beneficiosas para nuestro sistema inmunitario, mientras que el canto de los pájaros calma nuestras ondas cerebrales. También hay pruebas de que los fractales (patrones complejos que se encuentran en las costas, las nubes y las olas del mar) pueden relajar nuestro cerebro.

Los científicos también han demostrado que se obtienen mejores resultados en pruebas cognitivas y de memoria después de dar un paseo al aire libre. El cerebro procesa la información en el exterior de un modo que no es tan exigente como cuando se está en un lugar lleno de ruidos y patrones angulares.

El pronóstico general de todos estos estudios es que de 15 a 45 minutos en un entorno natural de cualquier tipo marcarán la diferencia. Cinco horas al mes también pueden ayudar a mantener ese restablecimiento emocional y físico. Pero, en última instancia, más es mejor, y cuanto más remoto y salvaje sea el espacio verde, mejor será también para ti.

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4. El asombro es fundamental para nosotros a nivel biológico

Soy piloto, así que estoy acostumbrada a la adrenalina. Pero no estaba preparada para la sensación que tuve cuando me subí al ala de un avión a casi 1000 metros de altura. «¿Por qué iba a bajarme de una cabina en perfecto estado?». pensé. Pero lo intenté de todos modos. Y cuando el piloto empezó a hacer rizos, tirabuzones y hammerheads mientras yo me quedaba de pie pegada al mástil, me quedé extasiada. Era adrenalina, por supuesto. Pero había algo más. Así fue como descubrí el concepto de awe o asombro.

El awe es la sensación que tienes en presencia de algo más grande que tú, algo misterioso. Es una sensación de asombro, miedo y temor. Y es más importante para una vida sana de lo que crees. Los científicos llaman al asombro un «botón de reinicio» para el cerebro porque sacude tus patrones neuronales de tal manera que te hace más abierta a nuevas ideas. También te hace pensar de forma más creativa.

Tampoco hace falta caminar sobre un ala para asombrarse. Basta con caminar. Un equipo de investigadores pidió a un grupo de personas mayores que realizaran lo que denominaron un «paseo del asombro«, durante el cual debían observarlo todo con asombro infantil. Al cabo de ocho semanas, los marcadores inflamatorios de los caminantes asombrados eran significativamente más bajos que los del grupo de control (señal de una mejor salud), y también declararon sentirse mucho menos ansiosos y deprimidos.

Resulta que cosas como el cielo nocturno, un eclipse, el Gran Cañón o incluso una flor diminuta son desencadenantes seguros del asombro. En otras palabras, salir al exterior facilita el cultivo del asombro y, por tanto, mejora nuestro bienestar.

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5. Podemos aprender cosas nuevas a medida que envejecemos, y aprender mejor

La cultura insiste en que somos incapaces de aprender con la edad. Se puede oír cuando la gente habla de enfrentarse a cosas nuevas. Dicen: «Soy demasiado viejo para eso». Pero el cerebro tiene lo que los científicos llaman «plasticidad» incluso cuando envejecemos. Construimos nuevas células cerebrales todo el tiempo. Si nuestra cognición empieza a flaquear, creamos diferentes vías neuronales para resolver el problema. Esto es lo que a menudo hace que un cerebro mayor sea más innovador que uno más joven: encuentra formas más creativas de sortear sus propias áreas problemáticas. Aprender algo nuevo no sólo es posible, sino que es vital para mantener un cerebro sano y activo.

Dicho esto, seguía creyendo que sería difícil aprender algo nuevo cuando decidí tomar clases de vuelo en autogiro como parte de mi investigación para Tough Broad. Resultó que ¡era mucho mejor estudiante que antes! No es que aprendiera más rápido, sino que aprendía mejor porque ya no tenía la angustia juvenil y la necesidad de ponerme a prueba a mí misma. Estaba más concentrada y podía hacer preguntas sin preocuparme de parecer tonta.

También entrevisté a Vijaya Srivastava, que aprendió a nadar a los 68 años. Le pregunté si su edad era un obstáculo para su viaje. Al contrario, me dijo, le ayudó. Por un lado, le encantaba que ya no le importara su aspecto en bañador. También le urgía aprender tan tarde. Sabía que no iba a tener otra oportunidad. Pero lo más sorprendente fue que dijo: «Si podía aprender a nadar a los 68 años, ¿qué otra cosa podía hacer?». Esa sola cosa le abrió el mundo. Y podría hacer lo mismo por ti.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.


Source: Interés

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