Las dictaduras no tienen apellido, por Ángel Lombardi

 

 

Las dictaduras no tienen apellido

Por Ángel Lombardi

LA REPÚBLICA entre nuestros deseos y la realidad-real, así transcurre nuestra realidad-política, cuando todo debería pasar nada pasa. Mientras muchos anhelan y esperan el “golpe” mágico, salvador, el golpe-constitucional, lo sigue dando el régimen. Y siguen “allí”, frente a una sociedad cansada y desalentada, unos empresarios que se “adaptan” por necesidad, muchos en la simple sobrevivencia, y el que anda en su plan B, con su “hamletianio” y agónico me-quedo/me voy. La clase política en lo suyo, dividiéndose y “arreglándose”. En el gobierno, divididos, pero cohesionados en la conservación del poder y en las oposiciones, cada quién en sus cálculos, negocios y aspiraciones. Y el TIEMPO pasa sin que nada pase en términos políticos de relación de fuerzas. “Invasionistas” de adentro y especialmente, de “afuera” suspiran por Mr.Trump y en un acto, único e inesperado, nos “salven” como en el cine. Entre el pensamiento mágico, nuestros deseos y nuestras rabias, se nos escapan las posibilidades, mientras ejercemos nuestras vanidades intelectuales en tweeterlandia y narcisismos en redes sociales. Volver a la realidad política es imperativo, “golpes e invasiones e intervenciones directas de Dios” pueden ocurrir, la historia está llena de sorpresas, pero no dependen de nosotros. Y la responsabilidad del cambio necesario es absoluta responsabilidad nuestra. Aquí y ahora. Pero para ello hay que regresar a la tierra; a la dura y pedestre realidad: que siguen en Miraflores con el apoyo de Fuerte-Tiuna, que no es resistencia indígena, ni de Guaicaipuro ni del Negro-Primero, y mucho menos “bravo-pueblo”, es un simple y real “matrimonio” de conveniencia. Poner los pies sobre la tierra es urgente, de tanto exceso de realidad hemos perdido el sentido de realidad. Nuestros intereses egoístas, codicias y ambiciones y desequilibrios emocionales, nos han llevado a esta “incapacidad de resultados”, de cambios deseados por las mayorías. Dividamos menos y sumemos más. Menos fantasía y brujería y más racionalidad. Las dictaduras no tienen apellidos, pero si responsables, en primer lugar sus beneficiarios, en segundo lugar, los cómplices, silenciados y los silenciosos dedicados sólo a “lo mío”. Libertad, democracia, convivencia, políticas realistas y eficaces y esfuerzo y talento, individual y colectivo son indispensables. Hogar, familia, sociedad y nación, divididos no tienen futuro, se condenan a sí mismos a la noria de la historia, a repetir los errores y avanzar en círculo. El futuro primero se imagina, después se proyecta y planifica. Y por último, para que sea real, se construye, en las circunstancias que sea, bajo la absoluta responsabilidad nuestra, de todos los venezolanos.

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