En los últimos años, Saturno y Júpiter han protagonizado su propia carrera lunar. En 2019, Saturno tomó la delantera con 20 nuevos satélites naturales, elevando su cuenta a 82. Luego, Júpiter se adelantó con 92 en 2023. Y ese mismo año, Saturno alcanzó los 146, dejando a Júpiter en una respetable segunda posición con 95.
Pero esta semana, Júpiter ha quedado realmente rezagado. Los astrónomos acaban de anunciar la detección de 128 lunas adicionales, lo que eleva el total de Saturno a 274.
«Se trata de un aumento asombroso del número de lunas conocidas que orbitan Saturno, una cifra que siempre es difícil de mantener», afirma James O’Donoghue, astrónomo planetario de la Universidad de Reading (Reino Unido) y que no participó en el nuevo descubrimiento: «Júpiter se ha quedado muy atrás».
Pero tener un número récord de lunas aparentemente insuperable no es lo más importante del anuncio. Y es que estos 128 nuevos satélites no son lunas saturnianas normales, esferas de hielo y roca cuyas órbitas están estrechamente alineadas con el ecuador del planeta.
En su lugar, estos objetos abultados, cada uno de unos pocos kilómetros de diámetro, se conocen como lunas irregulares, llamadas así porque están «en estas órbitas salvajes», dice Samantha Lawler, astrónoma de la Universidad de Regina en Canadá, que no participó directamente en la nueva investigación. Giran alrededor del gigante gaseoso en ángulos pronunciados, a menudo en dirección opuesta a la rotación de Saturno.
Estos indicios apuntan a un larga carrera de destrucción. Hace varios miles de millones de años, viajeros más grandes hechos de roca y hielo fueron capturados por la gravedad de Saturno, convirtiéndose en lunas en el proceso. Con el tiempo, algunas de ellas chocaron entre sí, desencadenando una cascada de violencia luna contra luna que creó cientos de lunas más pequeñas y jóvenes (cada una un fragmento de sus ancestros aniquilados) que todavía estaba teniendo lugar hace tan sólo 100 millones de años.
Esto hace que el hallazgo de 128 lunas sea algo más que un simple recuento cósmico. Añaden nuevos y ricos detalles a la caótica historia del sistema de Saturno, una obra en curso en la que nada (ni sus lunas ni sus resplandecientes anillos) es permanente, sino más bien una decoración temporal.
Saturno muestra un número «hilarante» de lunas
Todas las lunas de Saturno se disputan nuestra atención. Pero varios astrónomos están particularmente seducidos por Phoebe, una luna de tamaño medio descubierta en 1898 y cuya órbita excéntrica y retrógrada la ha marcado durante mucho tiempo como irregular.
Hoy en día, Phoebe está en buena compañía. En las últimas décadas se han detectado muchas lunas irregulares más pequeñas, a menudo utilizando el telescopio Canadá-Francia-Hawái, situado en la cima del volcán inactivo Mauna Kea, en Hawái.
Hasta donde se sabe, “Saturno tiene más lunas que todos los demás planetas juntos”, afirma Brett Gladman, astrónomo de la Universidad de Columbia Británica (Canadá) y uno de los varios codescubridores de las nuevas lunas.
Gladman y sus colegas han sido los responsables de encontrar muchas de ellas, y cuantas más han hallado, más han sospechado que en las sombras de Saturno se escondían montones de lunas aún más pequeñas, lo que les ha llevado a ampliar su búsqueda.
El Centro de Planetas Menores, con sede en Cambridge (Massachusetts; Estados Unidos), es un tablón de anuncios público que enumera todos los objetos pequeños conocidos del sistema solar. En un día normal, los astrónomos esperan ver publicado en Internet el descubrimiento de un nuevo cometa o asteroide. Pero el 11 de marzo, para sorpresa de muchos, el MPC reveló que el equipo de Gladman había identificado 128 nuevas lunas saturnianas.
“Me quedé alucinado cuando me enteré. Son muchas. Es divertidísimo”, dice Lawler (también significa inequívocamente que Gladman ha descubierto o codescubierto más lunas que nadie en la historia de la humanidad).
“No hay que olvidar que Saturno está a más de 1000 millones de kilómetros de la Tierra, por lo que es increíble que se puedan detectar”, afirma O’Donoghue. Llegados a este punto, es razonable preguntarse cuál es el punto de corte: ¿Cuándo una luna es tan diminuta que deja de serlo para convertirse en un trozo de hielo o roca?
En cualquier caso, estos 128 objetos han sido reconocidos oficialmente como lunas por la Unión Astronómica Internacional. El equipo de Gladman se enfrenta ahora al problema poco habitual de tener que encontrar nombres para cada uno de ellos que, por convención, deben llevar el nombre de una figura de la mitología gala, inuit o nórdica.
Se admiten sugerencias. “Son demasiadas lunas. ¿Cómo vamos a nombrarlas a todas?”, afirma Paul Byrne, científico planetario de la Universidad Washington de San Luis (Estados Unidos) que no participa en el nuevo descubrimiento.
Lo que las lunas nos cuentan sobre la historia de un planeta
Ninguna de estas nuevas lunas destaca por sí sola. Pero cada una de ellas es una pieza extraída de varios rompecabezas ahora rotos: algunas de las lunas originales de Saturno.
Algunas lunas irregulares de Saturno se agrupan en conjuntos, cada uno de los cuales recibe el nombre de su miembro más grande. «Phoebe es como el abuelo afortunado», dice Gladman. Esta luna fuertemente craterizada ha sufrido muchos impactos, pero a pesar de ello ha sobrevivido durante varios miles de millones de años. Hoy en día, está rodeada por su propio cúmulo de lunas más pequeñas, creadas por esos impactos más antiguos.
El cúmulo de Mundilfari cuenta una historia diferente. Presenta un número tan elevado de lunas pequeñas que no puede tener orígenes antiguos; muchas de estas lunas habrían chocado entre sí y se habrían vaporizado poco después de formarse. «Creemos que se trata de una colisión relativamente reciente», afirma Gladman: la demolición de una luna más grande en algún momento de los últimos 100 millones de años, prácticamente el mes pasado según los estándares astronómicos.
La profusión de satélites de Saturno también tiene implicaciones para Júpiter. «Todo el mundo está de acuerdo en que Júpiter debería tener más lunas», afirma Lawler. Pero la proximidad del gigante gaseoso a la Tierra y su expansivo campo gravitatorio pueden mantener las lunas en el borde mismo de los visores de los astrónomos, por lo que sus satélites irregulares pueden ser más difíciles de detectar.
A diferencia de Saturno, Júpiter carece de un grupo de lunas de aspecto juvenil, señala Gladman. Esto sugiere que Júpiter no ha sufrido una colisión reciente de luna contra luna, que podría haber dado lugar a un grupo de nuevos satélites diminutos.
Tampoco parece que ninguna de las lunas más grandes de Júpiter vaya a chocar entre sí en un futuro próximo, lo que dejará a Saturno como el campeón de la recolección de lunas durante mucho tiempo. «No creo que Júpiter pueda alcanzarlo nunca», afirma Gladman.
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