William Anseume: Regreso (perturbado) a clases

Biblioteca de la Universidad Simón Bolívar en el campus Sartenejas, Caracas / foto cortesía

 

Se viene (se vino, al menos en la Universidad Simón Bolivar) el “regreso a clases”. Ningún otro retorno a actividades académicas tan infame como éste. Por diversas circunstancias entremezcladas: académicas, de atropellos a los derechos, políticas.

En cuanto a los factores académicos baste señalar las cojeras tecnológicas (respecto al aparataje indispensable, como teléfonos y computadores adecuados a las fatales circunstancias que nos rodean e invaden) de estudiantes y profesores, de maestros también. Aunadas a los límites de conectividad y la ausencia de electricidad. La situación espanta. Cercén de cursillos separados a juro de la palabra calidad. Dictados y recibidos de la peor manera, por los frenos técnicos y los frenos vinculados a la carencia de alguna motivacion. ¿No era mejor evitar la simulación de la normalidad y brindar alguna cercanía con la honestidad y el reconocimiento de la imposibilidad real de cubrir materias, contenidos, evaluaciones, de tan mal modo? No. Como diría el poeta grande: “para los mansos la medalla de buena conducta”.

De los atropellos a los derechos podríamos, como en efecto hemos hecho, llenar de tinta fajos de papeles. Nada de sueldos. Nada de protección social. La perla nueva: la bonificación discrecional. Ellos, los destructores de la educación, del trabajo, del país, los terroríficos terroristas, determinarán cuanto y cuando corresponde sin merecimiento, sin mayores diferencias ni académicas ni laborales. Sin discusión ni aprobación siquiera. Sin legalidad ni sustento. No les importa la existencia de derechos humanos, laborales, constitucionales. Despotismo a rompe y dale que rasga.

En lo político, especialmente las universidades, yacen desahuciadas no solo físicamente. Autoridades complacientes del poder (¿interesadas?), estudiantes centrados en un egoísmo supino, sin miras de trascendencia, sin ideales nacionales: graduarse e irse. El gremio pulverizado, carente de interés, cuando hay alguno. Nacionalmente se gime que no existen condiciones. Esas condiciones incluyen alaridos de perro echado con hambre.

Sin verdadera unificación de criterios de lucha por la universidad y el país se imposibilita en demasía el enfrentamiento de la tiranía terrorista. La universidad debía ser puntal singular para el enfrentamiento. Quedan nimios bastiones, increpantes, en cada descoyuntado sector. En medio de la debacle académica, de los derechos y política, aguarda inerme casi la postulación de una confrontación abierta, sólida. Esta debe darse desde la universidad, el magisterio y los sindicatos aun dispuestos a dar la pelea por la preservación de la educación y del trabajo. Solo de este modo podrá optarse por establecer un medio para la reconstrucción que podrá incluir ideas novedosas de autofinanciamiento, de reelaboración al ras de todos los conceptos y las maneras de encausarlos, lo que se quiera para vislumbrar alguna clase de futuro. De lo contrario, seguiremos viendo esta chapuza, esta fantochada de reinicio de actividades que parece orientada más bien a sustentar el discurso falsario del usurpador mayor, al subsidiar, al financiar profesores y maestros a la educación y al régimen; esto al proferir aquel, cínicamente, que cerca del cien por ciento de la educación en Venezuela entrará esta semana en funcionamiento virtual “normal”, encaminado a la semipresencialidad. ¿Sí? ¿Ciertamente? Triste papel chucuto, envilecido.

Ah, la Universidad Simón Bolívar cumplió ayer cincuenta y un años de funcionamiento.

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Source: La Patilla

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