Las guerras los tienen locos

Atilio Borón  nos acota que el cambio hacia otro mundo posible es irreversible. La guerra de Israel contra los palestinos, la guerra  de Ucrania contra Rusia, la guerra contra Irán,  y el medio Oriente, la guerra de  Daniel Noboa contra México, la guerra de las sanciones,  son maneras de negar los cambios y se trasunta interminable, sin salida.  Es una manera engañosa de los  occidentales de decirse así mismo no hemos perdido, no estamos perdiendo. Creen solucionar el problema matando. Claro está,  apuestan a la muerte apostando también  a la industria de la guerra para incrementar el capital.  

Enrique Dusell, vislumbrando  el mundo posible, nos señaló la Transmodernidad como un proyecto  libertario que se ubica fuera de la Modernidad, distanciándose así  del mundo globalizado.  Apuesta  el autor  a la    realización de la Transmodernidad por ser un proyecto  mucho más historicista, que nos sitúa en el sistema-mundo, no únicamente  desde categorías intraeuropeas y eurocéntricas,   sino  además   en  la realidad latinoamericana y caribeña. En este sentido,  Dussel  asevera: “El proyecto transmoderno es una co-realización de lo imposible para la sola Modernidad; es decir, es co-realización de solidaridad, que hemos llamado ana­léctica, del Centro/Periferia, Mujer/Varón, diversas ra­zas, diversas etnias, diversas clases, Humanidad/Tierra, Cultura occidental/Culturas del Mundo Periférico ex-colonial, etcétera…”

Las guerras  nutren el espejismo  de los occidentales, los  aferran al pasado, al triunfo histórico contra los pueblos, volviéndolos insensatos. Pero los pueblos  siguen despertando del impacto de la globalización, y el racismo, el mito de la superioridad, la explotación económica, la dominación política, la imposición de la cultura externa,que producen el síndrome de la “colonialidad del poder”.

Dussel sugiere  algunas fórmulas para la superación del colonialismo tales como  la valoración de los valores culturales  propios,  esto se llama autovaloración. Un ejemplo relevante y oportuno  sería la reciente propuesta del Presidente  Nicolás Maduro de conmemorar el cuatro de abril como el día nacional del cuatro. Los valores tradicionales negados deben  examinarse. El pensamiento crítico no niega  la posibilidad de un período largo de resistencia, de maduración, de acumulación de fuerzas. Se trata de una estrategia de crecimiento y creatividad de una cultura no sólo descolonizada sino novedosa. En este sentido, este diálogo crítico de las propias culturas es “trans-moderno”, porque  el esfuerzo creador no parte de la Modernidad occidental sino desde su exterioridad, o aún mejor, de su ser “fronterizo”.  Algo interesante y muy actual  de la propuesta de Dussel es la afirmación y desarrollo de la alteridad cultural que  se perfilara  no hacia a una unidad globalizada, indiferenciada o vacía, sino a un pluriverso trans-moderno (con muchas universalidades: latinoamericana y caribeña, europea, islámica, vedanta, taoísta, budista, bantú, etc.), multicultural, en diálogo crítico intercultural . Ellos hacen las guerras contra todo eso.

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