La pandemia ha sido frustrante para los barberos. Muchos tuvieron que dejar sus trabajos cuando debido a la cuarentena, las barberías en las que estaban fueron obligadas a permanecer cerradas durante meses.
Con este escenario, optaron por comenzar a afeitar en la comodidad de sus casas, ahorrándose el pago de alquiler y de luz. Fue así como se multiplicaron las barberías caseras e incluso callejeras: Ahora cualquier lugar es aprovechable para que nazca una barbería y los clientes casi nunca faltan.
Charlie Canache es uno de los que armó su “tarantín”, como él mismo lo llama, en Navarrete, uno de los lugares concurridos de Maiquetía.
Asegura que ya lleva tres años en el oficio, que aún en los momentos más críticos le ha servido para sobrellevar la crisis económica.
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