Ruta por las capitales japonesas del haiku

Algunos se echan la siesta, otros se duermen. Pero en los tranvías de la ciudad japonesa de Matsuyama, los pasajeros tienen otra opción: escribir un haiku.

Matsuyama es la autoproclamada capital de esta poesía centenaria y breve, creada tradicionalmente (aunque no exclusivamente) con tres versos de cinco, siete y cinco sílabas. Monta en los tranvías de la ciudad y encontrarás buzones rectangulares de haiku, cada uno con una ranura en la parte superior. Se anima a los pasajeros a escribir un haiku en una hoja de papel y depositarlo en el buzón para participar en los concursos de haiku de la ciudad. Y por la noche, se puede pasar por uno de los bares de haiku de Matsuyama, y elaborar poemas bebida en mano.

Lo que ahora llamamos haiku existía originalmente como la estrofa inicial de poemas más largos, hasta que poetas del siglo XVII como Matsuo Basho (1644-1694) popularizaron su uso como poemas cortos e independientes (entonces llamados hokku) o como acompañamiento de la prosa, un estilo conocido como haibun. En el caso de Basho, a menudo incorporaba el haiku a sus relatos de viajes.

Varios siglos después, el haiku se estudia en las escuelas japonesas, se celebra en concursos nacionales y se promociona en programas semanales de televisión.

Pero este pasatiempo tradicional japonés también se ha globalizado, con sociedades de haiku en lugares tan lejanos como África y Norteamérica. El 17 de abril se celebra incluso el Día Internacional de la Poesía Haiku, organizado por la Fundación Haiku.

He aquí cómo seguir la estela del haiku en el país que lo vio nacer.

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¿Qué es un haiku?

Como escribe Julie Bloss Kelsey en la columna New to Haiku [Nueva en el haiku] de la Fundación Haiku, el haiku moderno se ha desarrollado más allá de los confines tradicionales.

«En japonés, el haiku se escribe en 17 on, o unidades de sonido. Las on no se traducen directamente en sílabas en inglés [o español]. Algunos estudiosos del haiku creen que este concepto erróneo ha dado lugar a que los haiku en inglés sean demasiado prolijos», explica; «por eso a menudo se ven haikus modernos con menos de 17 sílabas. Los haikus pueden tener una, dos, tres, cuatro o más líneas. Aunque los haiku en inglés de tres líneas han sido históricamente los más comunes, los de una línea, o monoku, son cada vez más populares.»

No es el único cambio desde los tiempos de Basho. Aunque los haiku suelen contener una palabra estacional (o kigo en japonés), no tienen por qué tratar sólo de efímeras flores de cerezo u hojas otoñales. Las emociones humanas, los pequeños momentos de la vida o un querido chihuahua son igualmente buenos temas. Asimismo, un haiku puede canalizar la melancolía, el humor y muchas cosas intermedias.

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Los mejores lugares para experimentar el haiku

Hoy en día, cuando se viaja por Japón, no es raro encontrar haikus de una u otra forma. Varios sitios cuentan con un enlace a uno de los «cuatro grandes» poetas del mundo del haiku: Yosa Buson (1716-1784), Kobayashi Issa (1763-1828), Masaoka Shiki (1867-1902) y, el más famoso de todos, Basho.

Basho recorrió la región de Tohoku, en el norte de la isla principal de Japón, en un viaje de cinco meses documentado en el clásico cuaderno de viaje puntuado con haikus Oku no Hosomichi [Estrecho camino hacia el profundo norte]. Puedes seguir sus pasos calzados con sandalias hasta el templo de Yamadera, en la ladera de la montaña, donde el tranquilo sendero boscoso inspiró a Basho para escribir uno de sus poemas más célebres:
 

quietud
los gritos de la cigarra
se hunden en las rocas
 

También en Tohoku, se puede visitar la ciudad de Hiraizumi, inspiración del lúgubre «hierba de verano / todo lo que queda / de los sueños de los antiguos guerreros» de Basho. Pero en Hiraizumi queda mucho más que campos verdes, incluido el templo Chusonji, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y su dorada sala de Konjikido.

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En otros lugares de Japón se encuentra el Museo Basho, en la zona rural del este de Tokio que Basho llamaba hogar y que ahora se encuentra en la expansión urbana de los 23 distritos centrales de Tokio. Hay otros museos de Basho: en su lugar de nacimiento, Iga-Ueno, en la prefectura de Mie; y en ciudades a lo largo de su ruta Oku no Hosomichi. Basho realmente se movía.

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Luego está Matsuyama, la capital japonesa del haiku. Situada en la más pequeña de las cuatro islas principales del país, Matsuyama fue el lugar de nacimiento de Masaoka Shiki, quien, antes de morir de tuberculosis con sólo 34 años en 1902, acuñó el término haiku (que significa «juego de palabras») e inyectó nueva vida al arte fomentando temas más amplios y el uso de un lenguaje no tradicional. Incluso escribió el primer haiku dedicado al béisbol:

hierba de verano
jugadores de béisbol a lo lejos
en la distancia

No se puede pasar un día en Matsuyama sin caer en la cuenta de las muchas conexiones que la ciudad tiene con los haikus. Además de en los tranvías, encontrarás un buzón de haikus en el castillo de la colina y junto al Dogo Onsen Honkan, uno de los baños más antiguos de Japón, por si se te ocurre un haiku mientras te das un baño. Matsuyama también ha instalado buzones de haiku en ciudades hermanas de otros países, como Bruselas (Bélgica), Friburgo (Alemania) y Taipei (Taiwán).

Rob Goss es un escritor afincado en Tokio y un haikuista muy novato. Síguelo en Instagram.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.


Source: Interés

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